10 de diciembre de 2010

Una Huevada

¡Cállate, huevón!
Fue lo primero que escuché salir de tu boca. Hasta cuando con la estúpidez de masculinizarme. No tengo pene, huevón. Deja de verme hombre.
Esta hembra no quiere más que sentir el calor de un cuerpo masculino, no que la masculinicen.

¿Es tan difícil entender eso?

Las otras noches, cuando en silencio me tocabas, parece que claro te quedó que de macho, nada. Entonces, cuando llegue otra vez ese momento, donde solos tú y yo nos quedemos, permiteme contarte al oído, que nada escondo en la entrepierna.

No pienses que te estoy condenando por estúpido, pero en verdad ya me he cansado de que huevonees mi existencia. Trátame con cariño, si realmente te importa, no pido más que un poco de comprensión, señor Huevón, tonto y absurdo, cariño mío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario