24 de julio de 2014

Hoy

Durante el día, vi como mi madre se enlutaba más que su propio atuendo. Su mirada, su sonrisa, su voluntad.
Durante el día, vi como el recuerdo y el fantasma de mi padre rodeaba la casa. Sé que estaba por acá.
Durante el día, quise olvidar que el amor ha sido más eterno entre ellos. Recordé como él buscaba entre el aliento de ella su último respiro. Como se acunaba en la cuenca de su oído, al lado de su pecho y vivía sólo para respirar, para dar vida a las que serían sus últimas respiraciones. Como seguía con su mano el latir del corazón. 
Así, durante el día, vi que hay cosas que no pueden morir. Mi madre ama a mi padre. Que mi padre ama a mi madre. Que la distancia de la sombría muerte, no puede con algo que dio vida y que todavía sigue resplandeciendo.
Feliz aniversario.

1 de junio de 2014

¿Y

Si vuelves conmigo
Si hacemos ese viaje a París
Si me regalas las flores que nunca me diste
Los tulipanes
Los girasoles
Las rosas
Si me haces el amor
El odio
El fracaso
Si mejor te quedas en tu casa
Si me regalas la soledad de mi mente
Si te aburres de pasear por mi recuerdo?
¿Y
Si vuelves conmigo
Para dejarme de nuevo?

11 de septiembre de 2012

Dentro...

En un tiempo, en que las cosas parecen suspenderse, me encuentra encerrada en este alboroto sin sentido. 
Desde hace algún tiempo que tengo anhelos inconclusos, que buscan cuerpos completos dispuestos a acabar con mi ferviente presencia del momento que ocupo en sus lechos. Acabo, pero sigo sintiendo llena mi esencia de placeres flotantes y nacientes que parecen no acabar. Entonces, aparece él, con un cigarro en la mano, vestido en pensamientos y con su mirada que sabe como desnudar hasta el más oculto de mis deseos.
Se acerca lento. Toca, sin detenerse, cada una de mis censuras que parecen dispuestas abrirse para él. Besa cada rincón de mi boca, más grande y eterna,  y lo hace bien. Recita cada parte de ese poema que tanto estimula mi oído. Canta con cuidado la canción que me regaló. Ríe suave, siempre suave. Me ataca. Me devora, y yo me dejo.
Pienso en los días que vendrán. Pienso en el momento que vivimos. Pienso en... nada. Esta es mi nada. Todo y nada sucede. Mi cabeza se vuelve a llenar de deseos. No acaban. Pienso otra vez, en él; en los que pasaron; en los que van a pasar. 
Se va. Besó mi frente antes de salir. Dentro, sigo pensando en los deseos que me atormentan. No han acabado, se renuevan mis placeres flotantes. Dentro... aquí me quedo.

18 de agosto de 2012

Como un pobre ladrón (texto antiguo y olvidado)


  Todos sabían que no era una tarde normal. Él día había estado cambiante el ambiente.  Miguel ya quería hablar con el funcionario de prisiones para que le contara de  su caso. “Nada nuevo” le dijo el amigo vigilante, tratando de disimular lo que sabía. Al hombre lo habían condenado a pena máxima, aunque todos conocían la verdad: él nada cometió.

  Pena capital para un antiguo militar obligado a participar en el conflicto bélico que se produjo cuando era un muchacho. Qué podría saber él de la vida, si al persuadir metódicamente a cada ser vivo sentía que nada valía, que ni un loco haría eso.

  Pasaban las semanas y nadie le contaba nada. Miguel ya sabía que la decisión había sido tomada, sabía que todos sabían, todos menos él, que sería condenado.

  Llegó el día y el sujeto fue abruptamente despertado. Él sabía que el veredicto era clasificado, pero se le pasó por la mente que no seguiría con vida.

  El guardia de su celda, le dio la entrada a otro funcionario y con firme y burlesca voz le preguntó: “Esa cosa es lo que vamos a neutralizar”. Neutralizar sonó como un eco en su cabeza y lo peor fue la respuesta de su amigo vigilante “sí, Señor, él es”.

  Al llevarlo al patio penitenciario se fijó en cada una de las personas que nunca más volvió a ver: la línea de ejecutadores, el sacerdote, el juez y los otros reclusos que también serían linchados.

  “Miguel Cárdenas Cárdenas, tome posición”, lo llevaron a la silla y lo amarraron. “¡apunten…fuego!”. El hombre se sintió fallecer, no entendía nada, no sentía nada, cerró los ojos y ahí quedó, muerto sin vida, sin nada.

  Uno de los condenados repetía con triste voz “unos somos mafiosos, otros somos lanzas cualquiera, pero este hombre, que nada cometió, lo acabaron igual que a cualquier pobre ladrón”.

11 de abril de 2012

crear

Tengo un texto atascado en mi mente... ya saldrá, me lo prometo.