5 de junio de 2011

Las dos maneras

Ella sabía lo que le esperaba ese día. De alguna manera, lo esperaba impaciente para acabar con el recuerdo de aquella tarde.
Recordaba como había llegado ese domingo a casa de Crist. Parecía todo perfecto. Hasta que un súbito arranque de irá, provocó que no quisiera volver a verlo nunca más. No había hecho nada extraño. Acostumbraban a tocarse sin ninguna vergüenza. Los pudores los habían dejado de lado hace mucho tiempo. Pero Crist, de pronto, la apartó con fuerza. Ella quedó pasmada. No quería que en su mente quedara ese recuerdo. Una semana después, el le diría, por internet, que se acabó su relación. Lo odió profundamente, quiso no verlo jamás. Dejó de comer, se refugió en la ilusión de otro y ya no volvió a ser la misma.
Hasta que apareció un día. Sin previo aviso, el destinó los cruzó y él la buscó. No lograba no tener miedo. Después de unos meses, en que no se atravesaban en sus pensamientos la imagen de ese hombre, volvió a sufrir de amor por él.
Ella pensaba que Cris la quería para él. Ella creía en ese nuevo intento. Ella cría que no se volvería a marchar de su lado. Ella se equivocó. Volvió a dejar de comer, volvió a enfermar, pero esta vez, ya no lloraba de amor, sino que de impotencia ante ese frágil sentimiento que él, cada vez que aparece, provoca en ella. 
Le faltaron tantas cosas por decir, que escribió una lista interminable de frases que le hubiese gustado que el leyera.
La última vez que supo de Crist, fue un día miércoles. Nunca olvidó las palabras que le dijo. "Yo te llamo la próxima vez, lo prometo". Ahora, Ella sufre de recuerdos. Solo espera, que no cumpla su promesa. Quiere empezar de nuevo, pero sin él. Ese día, que tanto esperaba, no llegó.