17 de septiembre de 2011

Bienvenida 
 

             Se me ocurre que vas a llegar distinta 
             no exactamente más linda 
             ni más fuerte 
             ni más dócil 
             ni más cauta 
             tan sólo que vas a llegar distinta 
             como si esta temporada de no verme 
             te hubiera sorprendido a vos también 
             quizá porque sabes 
             cómo te pienso y te enumero 

             después de todo la nostalgia existe 
             aunque no lloremos en los andenes fantasmales 
             ni sobre las almohadas de candor 
             ni bajo el cielo opaco 

             yo nostalgio 
             tú nostalgias 
             y cómo me revienta que él nostalgie 

             tu rostro es la vanguardia 
             tal vez llega primero 
             porque lo pinto en las paredes 
             con trazos invisibles y seguros 

             no olvides que tu rostro 
             me mira como pueblo 
             sonríe y rabia y canta 
             como pueblo 
             y eso te da una lumbre 
             inapagable 

             ahora no tengo dudas 
             vas a llegar distinta y con señales 
             con nuevas 
             con hondura 
             con franqueza 
             sé que voy a quererte sin preguntas 
             sé que vas a quererme sin respuestas.
 
by Mario Benedetti
 

Tatita

No parecía tan extraño encontrarse con ciertos personajes en una ciudad tan pequeña como ésta. No habían pasado ni dos días desde que había llegado, para quedarme, cuando se aparecieron frente al cuartito de la pensión, un circo de estrellas fallidas de algún espectáculo desorientado en aquel lugar.
No, no hablo de payasos ni enanos barbones, ni mucho menos de mujeres sirenas; hablo de gente común y corriente, si es que no se les toma atención. Pero miremos: todos tenemos un artista dentro. Todos, menos el tata.

5 de junio de 2011

Las dos maneras

Ella sabía lo que le esperaba ese día. De alguna manera, lo esperaba impaciente para acabar con el recuerdo de aquella tarde.
Recordaba como había llegado ese domingo a casa de Crist. Parecía todo perfecto. Hasta que un súbito arranque de irá, provocó que no quisiera volver a verlo nunca más. No había hecho nada extraño. Acostumbraban a tocarse sin ninguna vergüenza. Los pudores los habían dejado de lado hace mucho tiempo. Pero Crist, de pronto, la apartó con fuerza. Ella quedó pasmada. No quería que en su mente quedara ese recuerdo. Una semana después, el le diría, por internet, que se acabó su relación. Lo odió profundamente, quiso no verlo jamás. Dejó de comer, se refugió en la ilusión de otro y ya no volvió a ser la misma.
Hasta que apareció un día. Sin previo aviso, el destinó los cruzó y él la buscó. No lograba no tener miedo. Después de unos meses, en que no se atravesaban en sus pensamientos la imagen de ese hombre, volvió a sufrir de amor por él.
Ella pensaba que Cris la quería para él. Ella creía en ese nuevo intento. Ella cría que no se volvería a marchar de su lado. Ella se equivocó. Volvió a dejar de comer, volvió a enfermar, pero esta vez, ya no lloraba de amor, sino que de impotencia ante ese frágil sentimiento que él, cada vez que aparece, provoca en ella. 
Le faltaron tantas cosas por decir, que escribió una lista interminable de frases que le hubiese gustado que el leyera.
La última vez que supo de Crist, fue un día miércoles. Nunca olvidó las palabras que le dijo. "Yo te llamo la próxima vez, lo prometo". Ahora, Ella sufre de recuerdos. Solo espera, que no cumpla su promesa. Quiere empezar de nuevo, pero sin él. Ese día, que tanto esperaba, no llegó.

12 de enero de 2011

Niña, me perdono.

Cerré los ojos. Caminé por el túnel de luz que siempre decían que no hay que mirar y mucho menos, caminar hacia él.
Ahí, justo la vi. Aquella niña de largos rizos cobrizos, como sangrantes de vida que esperaba vivir.
Niña triste. Niña melancolía. La niña que vivió en mi alma triste y melancólica.

Niña triste. Niña alma. Niñadulta. Niña, incapaz de mirar el cielo oculto que guardaba el hospital.

Ahí, justo ahí, reconocí y recordé su pelo que olía a manzanilla fresca. Su piel pálida y delicada, falta de brillo y de tibieza. Piel blanca, como ahora la siento, muerta y triste.

A la niña, de niña, nunca le gustó la felicidad, por miedo a que se la quitaran como todo aquello que algún día le perteneció, pero que sin ningún resentimiento se le quitó.

Niña que no tenía nada. Niña discriminada…

Recuerdo como su cabeza se llenaba de sueños, donde no alcanzaba ni lo absurdo ni la crítica. Castillos mágicos en sueños que no serán jamás. Princesas que llenaban su habitación. Principes que venían a calmarla cuando la vida la despreciaba una vez.

Niña fea. Niña tonta. Niña falta de alma y oveja negra.

Niña mujer. Niña mujer torpe y equivocada. Niña inmadura. Niña avergonzada.

Niña doliente, ven y dame la mano. Ven ahora sin miedo. Déjame mirarte.

Que poco me quedan de esos rizos rojos, que algún día los borré por pasar a lo normal. Tarde me di cuenta de su valor. Tarde como ahora, que recién me perdonó la vida y me entregaba en bandejas de diamantes la felicidad. (Ahora piel tostada, cabello manchado de tintes… Naturalidad perdida

Niña Doliente, abrázame antes de partir. Déjame llevarte en mi alma como el retrato que rompí u olvide. Déjame llevarte en aquel silencio que te borraba o te ocultaba.

Niña, ya vete. Y quédate con esa palabra… Niña

Niña, y sólo eso. Deja conmigo tu carga. Porque tú ahora vives de nuevo, y yo muero para vivir denuevo.