17 de septiembre de 2011

Tatita

No parecía tan extraño encontrarse con ciertos personajes en una ciudad tan pequeña como ésta. No habían pasado ni dos días desde que había llegado, para quedarme, cuando se aparecieron frente al cuartito de la pensión, un circo de estrellas fallidas de algún espectáculo desorientado en aquel lugar.
No, no hablo de payasos ni enanos barbones, ni mucho menos de mujeres sirenas; hablo de gente común y corriente, si es que no se les toma atención. Pero miremos: todos tenemos un artista dentro. Todos, menos el tata.

No hay comentarios:

Publicar un comentario