11 de septiembre de 2012

Dentro...

En un tiempo, en que las cosas parecen suspenderse, me encuentra encerrada en este alboroto sin sentido. 
Desde hace algún tiempo que tengo anhelos inconclusos, que buscan cuerpos completos dispuestos a acabar con mi ferviente presencia del momento que ocupo en sus lechos. Acabo, pero sigo sintiendo llena mi esencia de placeres flotantes y nacientes que parecen no acabar. Entonces, aparece él, con un cigarro en la mano, vestido en pensamientos y con su mirada que sabe como desnudar hasta el más oculto de mis deseos.
Se acerca lento. Toca, sin detenerse, cada una de mis censuras que parecen dispuestas abrirse para él. Besa cada rincón de mi boca, más grande y eterna,  y lo hace bien. Recita cada parte de ese poema que tanto estimula mi oído. Canta con cuidado la canción que me regaló. Ríe suave, siempre suave. Me ataca. Me devora, y yo me dejo.
Pienso en los días que vendrán. Pienso en el momento que vivimos. Pienso en... nada. Esta es mi nada. Todo y nada sucede. Mi cabeza se vuelve a llenar de deseos. No acaban. Pienso otra vez, en él; en los que pasaron; en los que van a pasar. 
Se va. Besó mi frente antes de salir. Dentro, sigo pensando en los deseos que me atormentan. No han acabado, se renuevan mis placeres flotantes. Dentro... aquí me quedo.